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Lo que se vive en La Joaquina Jumping

Entre nervios, abrazos y desafíos: la experiencia emocional de nuestros torneos.


Hay algo especial que se empieza a sentir desde muy temprano, cuando aún la escarcha cubre el pasto y los primeros caballos empiezan a moverse en el picadero. No es solo un torneo. Es un día cargado de ilusiones, de historias que se cruzan, de vínculos que se hacen más fuertes con cada salto.


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En cada edición de La Joaquina Jumping, llegan familias, entrenadores, amigos, vecinos y jinetes de todas las edades con un mismo pulso: el deseo de vivir una jornada distinta, desafiante, emocionante. Porque sí, hay competencia, hay técnica, hay reglas. Pero también hay mucho más.


Detrás de cada vuelta al recorrido hay meses de trabajo, caídas, correcciones, aprendizajes. Hay una relación construida con respeto y dedicación entre jinete y caballo. Una conexión sutil, poderosa, donde el entendimiento va más allá de las palabras. Quien ha montado alguna vez lo sabe: no se trata solo de controlar, se trata de confiar.


Pero el torneo no se vive solo desde la pista. A un costado, bajo sombrillas o al sol, hay madres que no pueden mirar, padres que filman con el corazón en la mano, hermanas que alientan con los ojos llenos de orgullo. Los nervios se mezclan con la emoción. Las lágrimas, con las risas. Cada salto no es solo un obstáculo superado, es una pequeña victoria personal que se celebra como si fuera el oro.


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En La Joaquina, buscamos que cada torneo sea también una fiesta. Un espacio donde se respire naturaleza, donde el respeto por el caballo esté en el centro, y donde quienes aman este deporte puedan encontrarse, compartir, disfrutar. Porque lo que pasa entre salto y salto también importa: los mates, las charlas, los abrazos después de una buena pasada o una difícil.


Gracias a quienes hicieron posible nuestra última edición: a quienes compitieron, acompañaron, alentaron y organizaron. Gracias por seguir eligiendo este lugar para vivir lo que nos apasiona. Porque al final del día, más allá de los resultados, lo que queda es eso: la emoción de haberlo intentado. Y haberlo hecho juntos.


Por Editorial La Joaquina



 
 
 

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